espectador, ra.
(Del lat. spectātor, -ōris).
Cuando
recurrimos a las definiciones, algo así como el carnet de identidad de las
palabras, solemos sorprendernos, en tanto descubrimos que no siempre consiguen
ajustarse con total precisión al concepto que definen, o a la idea que nosotros
mismos nos hemos formado de dicho concepto.
En el caso de
'espectador', puede chocar que la definición establezca que lo es sólo cuando
centra su atención en un 'objeto'. Para saber si ese 'objeto' puede englobar
todo lo que, como espectadores, podemos mirar atentamente, recurrimos a su
ficha. Y, en efecto, la primera acepción del término nos saca de dudas:
objeto.
(Del lat. obiectus).
1. m. Todo lo que puede ser materia
de conocimiento o sensibilidad de parte del sujeto, incluso este mismo.
Salvado este
primer escollo que pudiera convertir en incompleta la identificación de
'espectador', surgen en la segunda acepción varios más. Al parecer, el hecho de
asistir a un espectáculo, sea cual sea la atención que le prestemos, nos hace
también espectadores. Pero el espectáculo ha de ser 'público', y aquí es donde
saltan las alarmas. ¿Entonces qué somos al presenciar un espectáculo privado?
Las acepciones de 'público' (tratando dicha palabra como adjetivo), no
consiguen, por sí solas, resolver el embrollo:
público, ca.
(Del lat. publĭcus).
3. adj. Se dice de la potestad,
jurisdicción y autoridad para hacer algo, como contrapuesto a privado.
A menos que
consideremos que la palabra 'todos' engloba subjuntos de la totalidad de
personas que existen, es decir, que un reducido grupo de gente reunida en
privado para ver un espectáculo sean 'toda' la gente, no podremos afirmar que
esa gente es 'espectadora'. Las abstractas y contundentes primeras acepciones
de 'todo' y 'cosa' ponen fin al entuerto:
todo, da.
(Del lat. totus).
cosa.
(Del lat. causa).
1. f. Todo lo que tiene entidad, ya
sea corporal o espiritual, natural o artificial, real o abstracta.
Bien, podemos
respirar tranquilos. 'Espectador' parece completamente definido como lo que
entendemos por tal. Aunque aún queda por apuntar un curioso dato. Del mismo
modo que 'cosa' aparece para definir 'todo' y 'todo' para definir cosa, no
debemos olvidar que a lo que comúnmente conocemos como un 'conjunto de
espectadores' lo llamamos 'público', algo que, por supuesto, el diccionario
tampoco pasa por alto:
público, ca.
(Del lat. publĭcus)
7. m. Conjunto de las personas reunidas en determinado lugar para
asistir a un espectáculo o con otro fin semejante.
Una vez pisada
tierra firme, intentemos hacer que salte por los aires. ¿Qué ocurre si, como
espectadores, centramos nuestra mirada en la mirada del espectador?
En primer
lugar, definamos nuestro escenario, el 'objeto' de nuestra observación atenta.
Un 'objeto' definido por su capacidad de conducir nuestra atención hacia el
escenario. Sus elementos nos resultan conocidos: asientos y paredes. En este
caso, nos hallamos ante un teatro eventual. Ni esas paredes se erigieron ni
esas sillas se fabricaron para albergar espectáculos. Pero se han dispuesto
para que así lo hagan, para concentrar espectadores. ¿Qué pasa cuando las
despojamos de escenario?¿Qué pasa si las convertimos en escenario?
Ahora sentemos
en cualquiera de las sillas un espectador.
Ahí está,
dirigiendo su mirada a un hipotético escenario. ¿Existe ese escenario?¿O existe
sólo aquél del que ahora este espectador forma parte?
Él es todo lo
que el hipotético espectáculo que presencia tiene por público. Aunque las
sillas silenciosas que lo acompañan y con tanta atención dirigen su mirada al
mismo punto, son también público, un público hipotético. ¿Como el espectador?
Pero el
público, el espectador, ¿no somos
nosotros?
Nota: Las imágenes, tomadas por el autor del blog, Santiago Galán Álvarez, fueron capturadas el día 7 de Agosto de 2012 en el patio de armas del castillo de El Barco de Ávila (provincia de Ávila).
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