Siempre
que se acerca el fin de año conviene hacer el pertinente compendio de lo
cosechado durante los doce meses anteriores, dar un veredicto acerca
de lo que ha sido y ha supuesto la temporada que acaba. A los que amamos
las listas, tan propicias de publicar por estas fechas, nos gusta
fabricar las nuestras propias a pesar de conocer sobradamente su
inutilidad, y dar así a conocer a los demás qué cosas han sido las
que nos han resultado más convincentes a lo largo de este tiempo. Al
contrario de lo que haré con la lista de canciones, colocadas en
riguroso orden, con los discos me limito a referir algo acerca de
aquellos que considero los mejores del año, por orden
alfabético y sin establecer jerarquías. Al fin y al cabo, lo
importante es acercarse a ellos y disfrutarlos.
CALEXICO- ALGIERS
CALEXICO- ALGIERS
Calexico
han mantenido desde siempre una discreta línea de evolución, sin
hacer ruido pero sin tropezar: no tienen un solo mal disco. Poco a
poco han ido construyendo y moldeando una personalidad sonora tan
sólida y definida como reconocible, asentada en la visión
melancólica del polvoriento paso fronterizo entre México y Estados
Unidos, con ocasionales levantamientos de vista hacia otros
horizontes. Para Algiers,
su
séptimo álbum de estudio, se trasladaron a Nueva Orleans en busca
de nuevos aires de inspiración. Dicen (y es cierto) que el disco
apenas sabe a esta ciudad, que poco o nada le ha afectado el cambio a
la banda. Lo mismo da: es una colección de temas llenos de
sensibilidad serena, sin fisuras, sin aspavientos ni grandes
pretensiones, de esos que se saborean pausadamente y con sumo gusto,
que a lo largo de las escuchas van aposentándose y revelándose
fundamentales. Hay una edición especial de este disco que viene
acompañada de un directo con la Orquesta Sinfónica de la Radio de
Viena, y que es toda una delicia de principio a fin.
El
panorama de la electrónica actual es tan extenso que cuesta
delimitar sus contornos. Por él pasan desde el dubstep más
minimalista a las grandes estrellas de la pista de baile. Un mundo de
contrastes y diversidad donde conviene destacar y llamar por su
nombre a los verdaderos artistas. Uno de ellos es Dan Deacon,
poseedor de una enloquecida fábrica de sonoridades a la que con
frecuencia deja desatarse. Hasta ahora, los resultados, aunque
siempre excitantes, no estaban del todo bajo control. Con America,
título tan definitivo como peligroso, Dan Deacon consigue atrapar la
parte de genio que se le escapaba y entrega una obra incontestable.
Los 5 temas que conforman la cara A se muestran decididos y
sorprendentes en su habilísima mixtura de timbres, pero la suite que
ocupa la cara B, de título USA,
los dispara creando un paisaje fascinante, un viaje a través de un
torrencial río de colores y matices que desemboca en una catarata
épica, dejando al oyente tan complacido como exhausto.
Ya
escribí en su día sobre este estupendo disco en la revista
hypérbole, así que enlazo de nuevo el texto correspondiente. No
creo que sea necesario añadir mucho más: es un álbum fresco,
moderno, sexy.
Bien
se disfruta con cada nuevo bocado.
También reseñé esta maravilla en hypérbole, con un texto que
podéis leer aquí. Y tampoco es necesario añadir más, tan sólo
indicar que ningún disco de esta cosecha alcanza picos de emotividad
tan sentida y bella como éste. Es el trabajo más delicado y sublime
del año. Digámoslo ya, es el mejor.
Este
dúo de chicas suecas ha demostrado que se puede trabajar con la
calma de la madurez estando aún bien lejos de ella (la mayor de las
dos nació en 1990). Mirando con honestidad hacia el folk clásico y
sin ninguna clase de imposturas, logran en The
Lion's Roar
un conjunto de canciones armoniosas y aterciopeladas pero nada
empalagosas, que se despliegan a lo largo del álbum con la misma
tranquilidad con que están compuestas y conforman un remanso cálido
y acogedor.
GRIZZLY BEAR- SHIELDS
GRIZZLY BEAR- SHIELDS
Los privilegiados miembros de este cuarteto neoyorkino son de los que mejor entienden y practican el díscolo concepto de modernidad. Sus itinerarios musicales nunca son fáciles ni obvios. De pocos grupos puede decirse hoy día, pero Grizzly Bear suenan a poco más que a sí mismos. Después de domarse en su anterior trabajo, Veckatimest, obra mayor que sin embargo no adquiere su tamaño inmediatamente, han dado un paso más en cuanto a sonoridad y añadido capas a su desnudez anterior. Paso necesario y dado en la buena dirección. No se han preocupado tanto por las virguerías a varias voces o por dar con el riff más raro a la par que atractivo. Han preferido que eso les venga de serie. Puede que por ello este Shields no sea tan sólido en el conjunto como su predecesor, pero nuevamente las escuchas agrandan sus dimensiones. Siempre hay un nuevo detalle sorprendente esperándote en cualquier canción que ya creías conocer. Y eso lo vuelve un disco renovable, sin fecha de caducidad, algo que en estos tiempos sólo verdaderos talentos como los de este grupo pueden lograr.
Varios titanes del rock de todos los tiempos sin nada que demostrar han
alumbrado nuevas obras este 2012: los Beach Boys, sin demasiada
fortuna con That's
why God made the Radio; Neil
Young, por partida doble con Americana
y
Psychedelic
Pill;
el mismísimo Bob Dylan, a lo grande con Tempest; los Rolling Stones y la ELO en forma de canciones sueltas; y
quien
nos ocupa. Old
Ideas
tuvo una recepción magnífica cuando se publicó a principios de año
(no es para menos), aunque al final quien ha acabado acaparando
mayores parabienes ha sido Dylan. A pesar de ello (y de que Tempest
es
un gran disco), prefiero la intimidad, la dolorosa profundidad y la
contención del álbum de Cohen, quien cerca de ser octogenario sabe
sacar brillo a lo que le resta de voz envolviéndola en unos arreglos
exquisitos, impregna todo de alma y nos hace un generoso regalo (el
enésimo en su discografía) a quienes lo escuchamos.
M.
Ward es uno de esos músicos agraciado por lo poco masivo de su fama,
lo que conlleva una ausencia de presión a la hora de plantear su
trabajo que es probablemente lo que acaba volviéndolo tan bueno.
Ward va por libre, tan pronto versiona a Louis Armstrong como a
Daniel
Johnston, tan pronto escribe un animado tema de esencia retro como
una balada acústica triste a lo Elliott Smith. Hace todo esto y lo
mezcla con talento y habilidad, con delicadeza y sabiduría. El
resultado es A
Wasteland Companion,
un estupendo conjunto de canciones de lo más suculento.
Ni
Love of Lesbian ni Klaus&Kinski ni La Habitación Roja: el disco
nacional del año está, una vez más, cantado en catalán, y no es
otro que el sexto trabajo de Mishima, el mejor de esta banda
barcelonesa que había desarrollado anteriormente una interesantísima
carrera, pero que alcanza aquí la completa madurez de estilo. Las
canciones de L'amor
feliç mantienen
la calidad melódica que caracteriza al grupo pero van un paso más
allá: empiezan de una manera para metamorfosearse a mitad y acabar
siendo otra cosa completamente distinta. Estos cambios no minan su
acabado final sino que lo hacen notablemente más gozoso e
interesante. L'amor
feliç es
un álbum que fluye sin altibajos, desgranando progresivamente sus
perlas de extraño brillo y creciendo a cada escucha.
Radiation
City es un grupo de nuevo cuño que tiene un futuro prometedor si la
suerte le acompaña. Cuentan con un muy estimable larga duración,
pero cuando verdaderamente han demostrado un talento superior al de
la media ha sido con el EP Cool
Nightmare, una
de esas obras de pequeño formato que hacen de esta pequeñez su
mayor virtud: apenas 5 canciones (7 si contamos las coletillas de
introducción y cierre) y 21 minutos de duración. Justos y
suficientes para elaborar un microcosmos del indie-pop más
encantador, donde las voces masculinas y femeninas juegan en un
entorno repleto de gráciles toques instrumentales. Una miniatura que
conviene guardar con el mimo con el que ha sido fabricada.
Este
disco sólo es recomendable para los oídos más formados y abiertos.
Empezando por su descomunal extensión (dura 2 horas) y continuando
por su consciente carácter vanguardista, por momentos totalmente
integrado en la música culta contemporánea, The
Seer
es un mamotreto que sólo convencerá a quienes sepan de verdad que
todo sonido casado secuencial y ordenadamente entre otros puede ser,
y de hecho es, música. Es un disco de gran agresividad, basado en la
acumulación de murallas sonoras dispuestas a penetrarte el cerebro y
de paso, despertarle zonas dormidas. Una de esas obras impredecibles
para las que conviene estar dispuesto a todo antes de adentrarse. El
resultado es arrollador. Sólo hay un problema: ya se había hecho
algo de estas características cuarenta años antes. ¿Alguien se
acuerda de 666,
la obra capital de Aphrodite's Child?
Otros discos destacables de este 2012:
ResponderEliminarThe Amazing- Gentle Stream
Antonia Font- Vostè és aquí
Cloud Nothings- Attack on Memory
Django Django- Django Django
Emeralds- Just to feel anything
Fanfarlo- Rooms filled with light
Fiona Apple- The Idler Wheel Is Wiser Than the Driver of the Screw and Whipping Cords Will Serve You More Than Ropes Will Ever Do
Jack Savoretti- Before the Storm
Jake Bugg- Jake Bugg
The Magnetic Fileds- Love at the Bottom of the Sea
Mystery Jets- Radlands
Neil young & Crazy Horse- Psychedelic Pill
The Shins- Port of Morrow
Spiritualized- Sweet Heart/ Sweet Light
Stay- The Fourth Dimension
Y como recomendaciones especiales, cito aquí el magnífico directo de The Decemberists, titulado "We all rise our voices to the air" y el sencillo y precioso disco de versiones de Jeff Lynne, "Long Wave"
El premio al disco más sobrevalorado del año se lo lleva Alt-J con "An awesome wave"
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