“Sólo aspiro a que alguien
(no necesariamente en el futuro)
en alguna cultura muy antigua
me comprenda”
JUAN ANTONIO GONZÁLEZ IGLESIAS
Un buen día, a
poco de haber comenzado la breve franja de tiempo que hemos dado en
catalogar como año 2012, me decido a
alumbrar esta criatura que ahora os presento. Antes de empezar, entendamos por
qué ha nacido.
Infinidad de
veces hemos escuchado que la única forma de permanecer en el mundo cuando nos
vayamos y que no sólo se queden los pájaros cantando es a través de
nuestros hechos, de la obra que leguemos. Esto es inapelable e independiente de
nuestras aspiraciones, de la preocupación que tenga cada uno por ser recordado.
Lo cierto es que desde el principio de la Humanidad cada cual ha intentado con
mayor o menor fortuna buscarse su hueco en el futuro, hacer posible que existan
buenos o malos motivos para que al menos se pronuncie su nombre alguna vez. Quiero
creer que casi todos lo hicieron por necesidad y no a conciencia. Me explico:
quienes deliberadamente sólo buscaron inscribirse en la Historia, y por ende en
el Recuerdo, lo acabaron haciendo gracias a un nutrido catálogo de acciones
ominosas. No creo que aquellos con la capacidad suficiente para perpetuarse de
otro modo buscaran con ansia esa perpetuidad, y los que haya son honrosas
excepciones. Pero el resto de los mortales ha intentado dejar su huella por
pura necesidad, por el mero hecho de haber vivido una vida y haber querido
hacer algo en ella (y con ella).
No nos
engañemos, es harto difícil conseguir que merezcamos ser recordados. Aún peor
es intentarlo. Pero no debemos negarnos la posibilidad del recuerdo, por
breve y reducido que este pueda llegar a ser. Sea cuanto sea el tiempo que
hayamos de esperar para que alguien nos quite el polvo, nadie nos lo quitará si
esto no es posible. Acciones sociales, descubrimientos, pensamientos,
trabajos de investigación, personales gestas, arte. Todo cuanto pueda quedar
reseñado sobre nosotros posibilita nuestro recuerdo. En un mundo plagado de
toda clase de intentos por perpetuarse, pocos de ellos verdaderamente
fructíferos, sería estúpido no subirse al carro uno también, más ahora que la
Red de Redes permite hacerlo sin intermediarios. Siendo así, por qué no iba a
verter aquí mis zarandajas existenciales.
No sé si debería
presentarme (con toda probabilidad nadie más que quienes ya me conocéis leerá
esto), pero predicaré con mi propio ejemplo y no me voy a negar la posibilidad
de que otros me conozcan. Me llamo Santiago, procedo de la imperial Toledo y,
como decía Paul Simon en la maravillosa Leaves that are green, tengo 22
años pero no será por mucho tiempo. Por avatares del destino acabé estudiando
para ser ingeniero civil, pero los que decidieron atraerme irreversiblemente y
llenar mi vida son el arte y la cultura, en cualquiera de sus manifestaciones.
Inevitable fue que empezara a hacer mis pinitos en diversas disciplinas
artísticas en mi época anterior a la universidad, cuando todavía era un
modélico sabelotodo al que nada se le daba mal, excepción hecha del deporte.
Cuando la ingeniería, la crisis y el propio paso del tiempo me han ido
(des)colocando en mi sitio llegamos a este momento.
He intentado
resumir brevemente cuáles son mis puntos de partida para este blog, porque de
ellos versará lo que encontraréis en futuras entradas. Decidir crearlo no ha
sido sólo producto de incluirme en otro pasatiempo virtual de los que
socialmente nos gobiernan a día de hoy, sino darme un motivo para estructurar
pensamientos sobre lo que percibo en mi vivencia, algo cada vez más difícil en
la era de la inmediatez. De paso, abro el camino para que alguien pueda
tropezarse conmigo en el océano de la Red y durante un instante fugaz me
recuerde. Espero no abandonar demasiado pronto este proyecto y que todo lo
que esté por venir sea de vuestro agrado.
Os dejo con el
resumen de este primer asalto. Ellos ya se han ganado su plaza en la eternidad.
What we do in life echoes the eternity ^_^
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