Con frecuencia
escuchamos decir a gran parte de aficionados (y no tan aficionados) a la
práctica de diversas disciplinas artísticas que no pretenden nada cuando las
cultivan. Cuántas veces no habremos hablado con individuos que afirman que escribo
sólo para mí o pinto por hobbie, remarcando que su obra no tiene
ningún valor o es un mero canal de desahogo y liberación de fantasmas. Algunos
lo hacen por verdadero miedo a desenmascararse o a que resulte que de verdad
tienen algo que aportar, otros (los peores) son conscientes de su potencial
pero saben cuánto vende lo inédito, esa bala de repuesto en la recámara que
será tu comodín en cualquier momento de sequía o puede prolongarte como novedad
incluso después de muerto. Y sólo unos pocos descuidan una obra que producen
para pasar el rato sin necesidad de dar explicaciones.
¿Con qué fin pinta un artista callejero?
En todo caso,
la meta a la que aspira toda obra de arte que se precie de serlo es a su
difusión. Una obra no es verdaderamente legítima hasta que no es publicada.
Sólo supera su condición de objeto cuando es percibida, cuando sacude a un
receptor. A este respecto, cabe preguntarse si una partitura es una obra de
arte mientras no sea interpretada (en otra entrada me meteré en este tema), lo
mismo que podemos decir de un texto teatral o de un guión cinematográfico. En
cualquier caso, todos ellos constituyen un soporte potencial de una obra que será
durante el tiempo que se represente. Están para servir de apoyo a la obra y no
para negarla. Y es aquí cuando nos topamos con Robert Schumann.
En su gran
fresco pianístico Carnaval, sucesión de breves piezas de carácter
cambiante, incluyó unos misteriosos pentagramas que bautizó, muy lógicamente, Esfinges.
Al parecer, estas esfinges nos plantean el enigma que oculta la obra, un
código formado por las notas mi bemol, do, si y la. Elucubraciones sobre su
significado hay muchas, pero no es mi intención aquí descifrarlo. En lo que
quiero incidir es en el hecho de que estas esfinges existan, de que
estén integradas en el corpus general de la obra.
Fue el propio
Schumann quien adelantó que había un misterio que resolver entre las notas del Carnaval,
de hecho gran parte de sus piezas se desarrollan a través de células musicales
y tonalidades basadas en las cuatro notas citadas. Esto está patente en la
partitura, al alcance de cualquier intrépido analista que quisiera
investigarlo. Pero Schumann prefirió hacerlo explícito aislándolas en estos
pentagramas, reservando para ellas un lugar nada aleatorio, (se insertan entre
los números 8 (Replique) y 9 (Papillons) del conjunto), haciendo que
conformaran una parte plenamente consciente de su estructura. Sin embargo, el
compositor las quiso inexistentes para el oyente, aseguró que estos pentagramas
no debían tocarse. Su misma escritura
delata su carácter excepcional. Schumann empleó las cuadradas, notación en
desuso con una duración correspondiente a dos redondas, aunque por la ausencia
de indicación de tempo y de compás
podrían durar lo que cada intérprete considere oportuno. Pero el intérprete no
tiene nada que considerar, debe ignorarlas.
De esta manera
se burló Schumann de la legitimidad artística, negando a parte de una obra su
derecho a existir, dándole forma y
directrices pero impidiendo que pudiera consumarse como tal. Las Esfinges son un cuadro pintado para ser
colocado de cara a la pared, unas líneas de declamación escritas para no ser
declamadas. Pero desde el principio fueron publicadas, legítimas, llamadas a
simbolizar y guardar la paradoja de ser y no ser al mismo tiempo. Es por esto
que son mi pieza favorita de las que componen el Carnaval.
Huelga decir
que lo que en última instancia no pudo conseguir Schumann es que su intención
se cumpliera a rajatabla, ya que algunos pianistas no han dudado en
traicionarle y tocan las Esfinges en
su lugar correspondiente. Podéis tomaros la libertad de escucharlas o preservar
su secreto. Sea como sea, son realmente bellas y enigmáticas. Como todas las
esfinges.
(en este vídeo,
en interpretación de Mitsuko Uchida, entre los minutos 6:05 y 6:38)
Primeramente O_O
ResponderEliminarY en segundo lugar: AFM estaría orgulloso de ti. Me quito el sombrero.
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